Es la ciudad de mi desliz norteño, ranchero y crudo, tacos nocturnos y es seguir creciendo. Grito y bailo a cualquier hora sin sentir que no se debe. También, es la ciudad en la que pido sangría para llevar en un bote de mantequilla y en dónde por 2 dólares puedo escoger 8 canciones en una rocola mientras bailo con Mely al ritmo de Ace of Base.
Tijuana del 2011, soltar lo que siempre sobró.
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